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Mostrando entradas de diciembre, 2010

EL HIERRO DE CHILLIDA

ARTE palabra baúl donde las haya. ¿Qué es arte?. ¿Se nos ha ido la pinza con la manifestaciones artísticas?. ¿Un maniquí sacado del contexto de unos grandes almacenes, con una mano manchada de pintura roja, es arte?. Unos ladrones en Getafe, se han llevado un matojo de obras de arte. ¿Qué van a hacer con todos esos cuadros de señores y señoras entraditos en carne?. Dicen los expertos que son valiosos, pero si tan valiosos son, ¿nadie pensó que podían dañarse con esos hierros oxidados que las acompañaban?. 33 euros el chatarrero, lo que correspondía a su peso. El compra-venta de chatarra, una vez preguntado, comenta que los hierros, muy oxidados, estuvieron unos días allí sin que nadie se percatara de nada. En su cara el desconcierto. Le dicen que la obra está valorada en porrocientos euros y el señor, rascándose la cabeza no da crédito, pero si lo dicen los que han venido de la tele será cierto. Para él era sólo hierro, muy oxidado por cierto. A micrófono cerrado la reportera le comen

GUÍA

Sígueme, me dijo la Estrella del Norte. Y no se me ocurrió ni una sola razón para no hacerlo, para no salir de aquel pequeño pueblo donde las almas perdidas jugaban cartas con los ladrones de cabezas cortadas. Y la seguí porque de tanto girar alrededor del fuego perdí el equilibrio sobre la arena fría. Y la seguí porque los bárbaros tenemos martillo y pieles gruesas. Y la seguí porque los amigos me los comí antes que a los enemigos. Y la seguí porque sobre la peana del pedestal sólo cabía uno. Y la seguí porque la noche era cerrada y tenía las botas sucias de polvo estelar. Y la seguí porque, como ya dije, no se me ocurrió razón alguna para no hacerlo.

AMOR DE RAYAS

Amor de rayas rojas y naranja. Alguna incluso verde, el color de la esperanza y del tapete del mus que tenemos sin estrenar y donde vertemos con cuidado los amarracos de plata. Amor con guinda en licor, con botas de agua de color magenta como la portada del album donde guardan los sueños los relojeros de tu corazón. Amor de otoño con niebla que gotea en las farolas que custodian el camino a casa, tu casa, la nuestra. Mi casa. Tengo para darte y regalarte una caja surtida de amores de dudosa procedencia pero deliciosos a la vista, al gusto y al tacto. No llevan el envoltorio reglamentario, ese que les protege de las bacterías y los estornudos ajenos. De hecho habré de confesarte que los cogí uno a uno con los dedos desnudos que chupé golosamente al colocar el último. Y eso es lo que tengo. Y se que te es suficiente. Y el sol se quedará a vivir en mi cocina mientras dure el invierno.

INSOPORTABLE LA LEVEDAD

Empecinada en terminarme esta noche "La insoportable levedad del ser", de Milan Kundera. Esta manía tan nuestra de mitificar aquello que no nos termina de gustar pero que le gusta al resto. Hacer de lo tremebundo una doctrina. No se trata tanto des ser como del parecer. Parecer profundo es mucho más importante que serlo. Si da risa no es profundo. Si subyuga si. Está escrita con primor. La inteligencia se escurre por las páginas cerradas del libro como la mermelada de un sandwich con mucha mantequilla. Y en mi ignorancia los protagonistas me parecen cuatro gilipollas, sufre que te sufre todo el rato sin causa conocida o merecida para sentirse tan atormentados. . Tetas, culos y un perro con el nombre imposible de Karenin. Bragas y un frío de pelotas que te quitan las ganas de follar durante un mes. La obra maestra de Kundera es un "tupper" lleno de un sufrir empalagoso que de puro frío ni se pudre ni huele a nada. Es caviar iraní en lo alto del Everest, cuando se