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Mostrando entradas de octubre, 2011

SuperSIC - 58

El Oráculo llora un par de cristales de sal sentada en el borde del sofá verde. Hades ha entrado en la cocina al albor del cocido del domingo y con voz titubeante ha comentado que Marco Simoncelli está en estado crítico. El Oráculo fija sus ojos en la pantalla y siente un estremecimiento ante la muerte de un joven de 24 años. Toda la vida, lo bueno de ella, lo mejor y más excitante ya no llegará porque toda esa emoción, fuerza, risa, descaro, alegría, picardía, todo, se ha quedado exento de todo aliento en la pista gris que brota entretenimiento. Y no tiene sentido la filigrana porque lo único cierto es que la piedad me ensarta en este día tan severo con el irreverente del pelo rizado. DEP.

LA PALIDEZ DEL VILLANO

Pálido... Níveo ante el espejo roto del tiempo injusto que yaga la esperanza, el villano busca en los ojos perdidos de su maltrecho reflejo el amor caduco que fue sin permanecer. Blanco. Fantasma de hielo cansado mientras dibuja en el anverso de una llama la figura de inocencia plagada que fue en un día del atrás aquella a la que, en secreto, amaba. Claro de luna en la boca cicatrizada de besos que no fueron ni serán y que en polvo de adormidera se mudan en lanzas. Y ella en su alta torre de ponzoñosos espinos rodeada sonríe sabiendo que en algún lugar un alma negra ya nunca será blanca sin la luz que de su arpa brama.

DICTADURA DE GELATINA

Una dictadura es un estado en el que todos temen a uno y uno a todos. No es mía la frase: no tengo tanto talento. Se empieza por secuestrar bizcochos y se termina por hacer obligatorio aquello que no está prohibido. Dictadores de pacotilla los venden en fajos de  en el comercio de ciudadanos de origen chino de la esquina, pero son de gelatina, de los que se pegan en las ventanas y se derriten con el calor de la calefacción y terminan manchando los cristales y dejando una cerco indefinido en la limpieza inmaculada de la fina pared del cuarto rosa de la princesa. Se pasa de ocultar datos de acceso restringido a ocultar el derecho natural del prójimo a respirar. Nos divierte alzar el pulgar o bajarlo a capricho ante la mirada atónita del gladiador que ya no sabe si matar o regalar rosas por San Valentín. Se empieza levantando la mano a los amigos y se termina por robar el resuello a los vasallos hasta exprimirles las ganas de seguir caminando. Se empieza con la autoexigencia

SOY EL LOBO

Pervertir a Hobbes hasta declarar que soy un lobo para tu lobo  lo que nos condena una y otra vez al desafío. Por encima del mantel  vuelan la espuma de la rabia mientras te flanqueamos como felinos del hemiciclo. No me asusta su dentellada porque soy animal de frutero, vivo entre peras y manzanas y me sostengo en fa. Hemos crecido a lo alto y a lo sabio. Enjutas como brujas hemos sorteado las yagas visibles y nos hemos cosido con bramante la invisibles. Ser feliz era cuestión de olfatear lo que nos rodeaba pero tu no tienes nariz y la mía está al servicio de la sangre. Que putada. No estoy a su alcance ni él en mi esfera de acción. Es un duelo infinito en el que serás tú la que salga perdiendo porque nos verás perecer para renacer una y otra vez hasta que seas tú la que desfallezcas. Alzamos el hocio al aire y aullamos en silencio porque en la mesa ya no queda lugar para la falsa cortesía entre los pliegues de las servilletas de humo. Las volutas del tiempo se enredan en mi

LUNES

Que sería de la creación literaria sin los lunes de bajón, sin la épica de un partido de fútbol perdido en el último suspiro por un penalty injusto, sin Alex Ubago y su tendencia a provocar un queseyó de tirarse por la ventana todo el rato, sin los corazones desmadejados sin remiendo posible... Que sería de mi sin las patatas fritas intactas, los reyes activos en bolsa que sustituyen a los que se mueren o matan o se suicidan por sobredosis de Alex Ubago. Que sería del Norte sin la asfixiante presencia del Sur y el empuje de los vientos de Levante. Que sería de un lunes sin un despertador acuciante y una ducha de hojas de pino sobre la cabeza de latón. Que sería de nosotros sin las plegarias indelebles en los brazos de los culpables. Que sería de mi magia si no fuera plagiada. Que sería de Armani sin chinos que le copiasen. Que sería de lo sutil si no pasara desapercibido en la vorágine de lo burdo. Que sería del amor sin la dignidad perdida. Que sería de las vacunas contra