SECUESTRAR BIZCOCHOS PARA DEJARLOS MORIR. Se empieza por secuestrar cubanitos, bizcochos de anis. Los guardas pensando que son todos tuyos y que no quieres ver como los demás los comen porque disfrutan con ellos y la mañana se les hace menos pesada. Tienes cientos de ellos, QUE NO SON TUYOS QUE SON DE TODOS, pero te obsesiona la idea de que se acaben engullidos por las boquitas ávidas de los demás. Empiezas por guardarlos en una bolsa con excusas absurdas y los escondes en tu secreter privado. Gruñes cuando alguien se acerca porque son tuyos y sientes el poder de los bizcochos cubanitos que te enaltece. Giras y volteas porque atesoras aquello que los demás añoran y te ríes, te carcajeas porque sólo tú tienes la llave de la alacena. A la mañana siguiente te envarga la satisfacción al saber que la búsqueda de los golosos es infructuosa porque sólo tu comerás bizcochitos cubanitos de anís, y de tanta alegría se te pasa la mañana y no los pruebas. Mañana los comerás a escondidas y lu
El fuego camina a mi lado, pequeña Perséfone