Amor de rayas rojas y naranja. Alguna incluso verde, el color de la esperanza y del tapete del mus que tenemos sin estrenar y donde vertemos con cuidado los amarracos de plata.
Amor con guinda en licor, con botas de agua de color magenta como la portada del album donde guardan los sueños los relojeros de tu corazón.
Amor de otoño con niebla que gotea en las farolas que custodian el camino a casa, tu casa, la nuestra. Mi casa.
Tengo para darte y regalarte una caja surtida de amores de dudosa procedencia pero deliciosos a la vista, al gusto y al tacto. No llevan el envoltorio reglamentario, ese que les protege de las bacterías y los estornudos ajenos. De hecho habré de confesarte que los cogí uno a uno con los dedos desnudos que chupé golosamente al colocar el último.
Y eso es lo que tengo.
Y se que te es suficiente.
Y el sol se quedará a vivir en mi cocina mientras dure el invierno.
Amor con guinda en licor, con botas de agua de color magenta como la portada del album donde guardan los sueños los relojeros de tu corazón.
Amor de otoño con niebla que gotea en las farolas que custodian el camino a casa, tu casa, la nuestra. Mi casa.
Tengo para darte y regalarte una caja surtida de amores de dudosa procedencia pero deliciosos a la vista, al gusto y al tacto. No llevan el envoltorio reglamentario, ese que les protege de las bacterías y los estornudos ajenos. De hecho habré de confesarte que los cogí uno a uno con los dedos desnudos que chupé golosamente al colocar el último.
Y eso es lo que tengo.
Y se que te es suficiente.
Y el sol se quedará a vivir en mi cocina mientras dure el invierno.
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