Mañana se acaba el año. El de verdad, no el marcado por el calendario, sino el que nos hace hacer balance del curso, del trabajo de la vida llevada desde septiembre, cuando empezó de nuevo la rueda a girar. Cierro mes, libro, caja, maleta. Me disfrazo de persona que se va de vacaciones y meto en la maleta trapos de colores que en cualquier otra circunstancia me harían abrir los ojos desmesuradamente . Me imagino sentada en la playa, a la caída del sol, con las gafas enormes y oscuras y el sombrero de paja que este año Zara ha decidido que se lleve. Bañador negro TCN , o quizás bikini brasileño según al autoestima . Me imagino, ya digo, con las rodillas flexionadas, abrazadas por los brazos ya bronceados. Suspiro de satisfacción. La pequeña ciruela rebozada en arena gritando que hay un bicho hace que la ensoñación pase de ser una publi de un anuncio de cerveza a uno de protección solar infantil, pero no importa. Es vida. La mía. La que no cambiaría por ninguna. Cuando vuelva seré la m...
El fuego camina a mi lado, pequeña Perséfone