Como esta lombriz: das asco, pero estoy segura que eres suave y fresca al tacto. Lo que más me gusta es tu cara de vicio cuando me miras desde el espejo, justo enfrente, porque yo, desde aquí, te veo el culo todo el rato pero por el espejo te miro el esfuerzo, las arrugas forzadas en los bordes de los ojos, los labios estirados en una mueca que envuelve los dientes apretados. Sudas como un cerdo. Te escurre la vida a borbotones por los brazos llegando hasta la muñeca que en giro hace que las gotas se precipiten al suelo. Plof. Ahí sigues, pedaleando como si se te fuera la vida en ello, enfundado en azul marino intenso y justo. Te retuerces en mi mirada. Te debates entre el cansancio y una pedalada mas. Y esa cara de vicio. No se tu nombre, pero se que esa es la cara que pones cuando tienes ganas de mas, cuando te viertes en ella, en él, en mi, en cualquiera. Veinte caras de vicio, pegajosas y goteante, pedaleando hacia ninguna parte. Lombrices de tierra.