La verdad es que hay días de esos que cuesta un poco más: la verdad es que a mi no me pasa porque vivo en la inopia de la felicidad inoculada por una madre que ha aprendido a mandar videos con florecitas por Whatssapp. Me dice tantas veces que valgo un potosí, que el día menos pensado me pongo a la venta en segunda mano.
Pues eso: que la Pechotes. Madre como está el patio si cinco señores con traje bueno se ponen alrededor de una mesa de esas de diseño que salen en los programas de las mañanas para hablar de una tía cuyo mérito es tener un aire a la novia de Ronaldo pero con con más descaro de guarrilla de discoteca porque se jalaba a un pelo cortinilla que bien podía pasar por el icono de Risi.
En el autobús un tipo se ha comido un moco y luego ha puesto cara de asco porque dos chicas iban de la mano.
A mi cuñado que le quiten la botella de Anís, el tenedor o las dos cosas: que prohiban los villancicos en Mercadona y de paso ese uniforme que es el más feo de la creación. Este año he desterrado la Navidad porque no me cuadran con el día a día.
Ay Clint, Clint... Cuanto puente falta en estos días. Alégrame el día y borra de la pared del fondo la humedad de los negocios turbios.
Mi madre plantará una flor, no sé cual, pero me juego el bitter kas de los viernes a que és preciosa.
Y entre tanto. ¿Qué hacemos? Pues ver Star Trek que ha empezado gratis en la tele.
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