Imagínate tú, las palabras elaboradas en la cabeza que luego se mueren en el paladar sin ser nunca nada más que un poco de saliva que envuelve un bocado de nata.
Imagínate tú, las bofetas ensayadas que se evaporan en un giro de muñeca para mirar el reloj de pulsera.
Imagínate los destinatarios, huérfanos de palabras necesarias y de bofetadas irremediables.
De los besos ni hablamos.
Imagínate tú, las bofetas ensayadas que se evaporan en un giro de muñeca para mirar el reloj de pulsera.
Imagínate los destinatarios, huérfanos de palabras necesarias y de bofetadas irremediables.
De los besos ni hablamos.
Comentarios
No te preguntaré qué tal por ahí abajo, ni cuál es exactamente la cueva de Eleuisis por la que tescapas aquí arriba. No diré ni media del esqueleto inerte que se ha quedado en la ventana. Ni media, él ya explica su historia con locuacidad.
Ya he dejado dicho que me pongan la moneda debajo de la lengua. Pero quizás tampoco sea imprescindible: podemos tirar de tráfico de influencias, que Caronte es de la familia.
Besos sin templos
Y lo poco relacionado que va lo que pensamos con lo que luego hacemos...
Oráculo, me cuesta tantísimo escribir...