Ir al contenido principal

Click

CLICK

Salgo a la calle y nada puede tocarme. Levitar sobre lo mundano que ya no me afecta por lejano. Caminar a cámara lenta y lamer mi reflejo en los cristales y en los ojos de los trapecistas de lo cotidiano. Me suda la piel un nombre. Se me cae de entre las piernas un calambre, el que me provoca besarte a escondidas, el que no deja de retumbarme los pezones de tiza.
Enamorada. Loca y vencida. Y corro a tu casa, a tu pelo y al vaso en el que calmas tu sed porque soy tu agua.

Tres timbres.
Un voz lejana.
Una palabra mal dicha o tal vez mal escuchada.

Salgo a la calle envenenada. El odio me rasca las cuerdas vocales y me escarcha el útero. Camino entre los coches que pitan, entre los tufos volátiles de la ciudad que amarga. Y soy opaca y de acero y tu nombre no existe porque me lo he amputado de la piel a mordisco, escupiendo la sangre y la carne sobre los charcos llenos de agua podrida.

Tres timbrazos.
Una voz cercana.

Salgo a la calle......


Comentarios

Darío ha dicho que…
Calambre y escarcha, suena doloroso. O quizá, ya nada. Un abrazo.
El dolor es un placer escandalosamente paradójico
Lady Pirata ha dicho que…
Cómo te pasas... "el odio me escarcha el útero" me gusta, vale, me gusta mucho, y las estalactitas remolonean haciéndose las interesantes, voy a releerlo, seguro algo se me ha escapado :)

Entradas populares de este blog

LEYENDO OLORES

Huelo cartas, sobre, formularios, fotocopias… Acerco mi nariz a ellas y les encuentro la huella del que la completó para mí. Las hay que huelen a tristeza. Es un olor apenas formulado, suele tener un tacto frío. Los documentos que huelen a prisa suelen estar doblados y la tinta de la impresora de chorro aun está fresca. Luego están los que huelen a casa, a cebolletas por haber compartido la bolsa de la compra, a salsa de soja, a especias los de aquellos que están aquí pero son de allí. Los hay que huelen a calor humilde, a fogón antiguo, documentos ahumados como aquellos que los traen con sus ropas gordas, invernales , y las manos ásperas de trabajar mucho muchísimo. Hay papeles que huelen a perfume empalagosos, dulzones. También hay h ojas que huelen a colegio, a sacapuntas , a goma de borrar, a bolis de colores. Los hay mejor o peor vestidos. Envueltos en fundas de plástico , en sobres demasiado pequeños o demasiado grandes, en carpetitas de publicidad, en carpetas de gomas f...

MARCAR TERRITORIO

Animalitos territoriales. Lamiéndose la pata en lo alto de la empalizada mientras otean su reino ante la incertidumbre de cuanto durará la calma antes de que, de nuevo, un nuevo bichito entre a hurtadillas y pretenda alzar la meada contra un tronco recóndito, inundando de su esencia todo el rincón, con el viento como cómplice hasta que las uñas, en todo lo alto, devuelva el honor al defenestrado... o no...

AL MENOS UN CORAZÓN

Tengo un vestido verde robado. Sirve para disfrazarse o mimetizarse con el entorno. Me lo puse y salí a la calle sin verme. No me gustan los espejos porque se quien duerme en ellos. - El pelo recogido te hace más interesante. - Cierto. Suelto simplemente me hace. No pude evitar echar un vistazo rápido a mi reflejo en los escaparates. Lo hice agazapada en la espesura para no invitar al que duerme en todos los reflejos a que entraba en mi. Olía a nuevo (es un olor de color plata que a veces en lugar de oler tintinea). - Es muy verde - dijo A. - Es igual que otro que ya te vi- dijo B. - Algo corto- dijo C. - ¿ Y qué esperais?- contesté yo - es un disfraz. La pequeña ciruela verde me dejó su broche. Era de plástico rojo con el fondo escocés y forma de corazón. Lo coloqué por azar en mi pecho, hacia la izquierda. - Bonito vestido -dijo D - ¡Lleva un corazón!. Asentí. - Que bien - prosiguió -Así al menos tendrás uno. Vaya con la máscara. Tanto tiempo la llevé que se ha incorporado a mi. Sonr...