Ir al contenido principal

ESCULPIDA EN PIEDRA


Alabado sea el señor y todos sus fieles ángeles cautivos. La piedra es buena. Es fría y dura, pero llora arenisca y se expone a la lluvia sin paraguas rojos que valgan. Granito puro, sin adornos, enmiendas y/o tachaduras. Cada uno a su tarea.
La piedra nos hace duraderos, que no eternos. La piedra es sabia porque ha visto mucho y muchos en ella han muerto o sanado.
Sólo la mano del ferviente picapedrero saca del mazacote informe la dama que lleva la pluma que acaricia el mundo.
Tanto defenderse de la dureza hace dura la mano que golpea.
Pues si. Es piedra.

Comentarios

llamameloca ha dicho que…
Las piedras, como bien sabes, me encandilan.
Amo las piedras.
Por que por muy duras y frias que parezcan, hay cosas en apariencia débiles, cómo el viento, o el agua, que las moldean y las suavizan...
Y es que con casi total seguridad, todas las piedras albergan en su interior parte del fuego que las originó en forma de corazón.
Darío ha dicho que…
Increíble, pero ayer pensaba que un nombre dura más en la piedra que en un cuerpo...
Anónimo ha dicho que…
El arbolillo rojo creé que a toda piedra le llega el momento de convertirse en polvo, así que solo hay que tener paciencia y esperar que llegue, deseando que sea más pronto que tarde, si es que piedra está en nuestro zapato.
Llegado el momento en que ya no sale el Sol, es indiferente su naturaleza, piedra es y no reniega porque se sabe proscrito de su propia esencia. Cuenta además con la ventaja de no tenerse que desprender del alma, lo que no solo es un consuelo, sino una garantía de un futuro regreso. Y de todo se sale si la intención es hacerlo, hasta de las piedras.
Que increíble placer la coincidencia.
Corazón... Como si fuese posible no tenerlo...
llamameloca ha dicho que…
Si no tuviesemos corazón, no se nos rompería...
Borrón y cuenta nueva... Y cuando digo borrón... Es literal.

Entradas populares de este blog

LEYENDO OLORES

Huelo cartas, sobre, formularios, fotocopias… Acerco mi nariz a ellas y les encuentro la huella del que la completó para mí. Las hay que huelen a tristeza. Es un olor apenas formulado, suele tener un tacto frío. Los documentos que huelen a prisa suelen estar doblados y la tinta de la impresora de chorro aun está fresca. Luego están los que huelen a casa, a cebolletas por haber compartido la bolsa de la compra, a salsa de soja, a especias los de aquellos que están aquí pero son de allí. Los hay que huelen a calor humilde, a fogón antiguo, documentos ahumados como aquellos que los traen con sus ropas gordas, invernales , y las manos ásperas de trabajar mucho muchísimo. Hay papeles que huelen a perfume empalagosos, dulzones. También hay h ojas que huelen a colegio, a sacapuntas , a goma de borrar, a bolis de colores. Los hay mejor o peor vestidos. Envueltos en fundas de plástico , en sobres demasiado pequeños o demasiado grandes, en carpetitas de publicidad, en carpetas de gomas f...

AL MENOS UN CORAZÓN

Tengo un vestido verde robado. Sirve para disfrazarse o mimetizarse con el entorno. Me lo puse y salí a la calle sin verme. No me gustan los espejos porque se quien duerme en ellos. - El pelo recogido te hace más interesante. - Cierto. Suelto simplemente me hace. No pude evitar echar un vistazo rápido a mi reflejo en los escaparates. Lo hice agazapada en la espesura para no invitar al que duerme en todos los reflejos a que entraba en mi. Olía a nuevo (es un olor de color plata que a veces en lugar de oler tintinea). - Es muy verde - dijo A. - Es igual que otro que ya te vi- dijo B. - Algo corto- dijo C. - ¿ Y qué esperais?- contesté yo - es un disfraz. La pequeña ciruela verde me dejó su broche. Era de plástico rojo con el fondo escocés y forma de corazón. Lo coloqué por azar en mi pecho, hacia la izquierda. - Bonito vestido -dijo D - ¡Lleva un corazón!. Asentí. - Que bien - prosiguió -Así al menos tendrás uno. Vaya con la máscara. Tanto tiempo la llevé que se ha incorporado a mi. Sonr...

MUERTE SÚBITA POR BELLEZA SIN CORTAR

El síndrome de Stendhal es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística. Tiene esta denominación por el famoso autor francés del siglo XIX, Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita en 1817 a la Basílica de la Cruz en Florencia, y que publicó en su libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio: "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme" Hoy es cada mañana. Nazco con los ojos aun pegados por la resina que fluye de los sueños y la miro sin parpadear. Mi corazón peta de felicidad, bota y rebota en mi pecho cansado. Hoy tenía el flequillo trasquilado y...