
Se le escapaba todo cuanto en su vida había atesorado como el agua entre los dedos.
Uno a uno.
Todos los tesoros.
Sin remedio.
Quería y no podía.
Callado observaba como se iban quedando por el camino todas las pertenencias que tanto le importaron y que ahora, como juguetes desvencijados, morían en la cuneta de sus sueños.
Cerró los ojos. Los abrió para ver cuan mísero era el recuerdo de todo lo que en su vida fue y ya no quedaba. Apenas humo. Neblina vaga.
No valían los candados.
No valían las vigilias.
Simple y atolondradamente estaba quedándose sin nada.
Sencillamente había perdido todo cuanto había amado.
Como el agua entre los dedos.
Imposible evitarlo.
Comentarios
¿Mal de amores?. Paracetamol cada 4 horas.
PD: ¿Puedo simultanearlo con Iboprufeno?