Imagina el ruido sordo del fondo del mar.
Imagina ese momento en que, flotando boca arriba, con los brazos en cruz, te has vuelto veleta, te has convertido a bote pronto en rosa de los vientos.
Imagina la nariz al aire, los ojos cerrados, preñados de sal.
Recuerda como suena el suspiro cautivo que nace entre las costillas y la esperanza.
Imagina justo el instante en que las pestañas se te amontonan y una corriente algo mas fría te acaricia la nuca. No puedes verla pero ha venido porque tu la has llamado.
Dejas escapar el aire y te hundes un tanto. Luego te lo comes de nuevo, te llenas de olor índigo y vuelves a emerger como balsa, el pecho, que se calienta con el sol (el sol.... el que pensamos que se había marchado para siempre pero que te aporréa, tocata y fuga, sobre la piel erizada).
Y entonces llega ella con la cola de pescado azul (con omega 3) y acerca su aliento a tu oreja llena de Windows XP y te llama por tu nombre, el de verdad, el que sólo ella sabe, y te giras para amarrarte a la curva de su cadera escamada en plata, a su pelo de hilos de brea, a sus brazos blancos, fríos, eternos y te hundes en el instante en que queda flotando la espuma que fuiste, arriba, separando el cielo del mar, la vida de la muerte, el bien del mal. Como si todo fuese posible. Como si nada tuviera remedio. Sólo burbujas.
Imagina ese momento en que, flotando boca arriba, con los brazos en cruz, te has vuelto veleta, te has convertido a bote pronto en rosa de los vientos.
Imagina la nariz al aire, los ojos cerrados, preñados de sal.
Recuerda como suena el suspiro cautivo que nace entre las costillas y la esperanza.
Imagina justo el instante en que las pestañas se te amontonan y una corriente algo mas fría te acaricia la nuca. No puedes verla pero ha venido porque tu la has llamado.
Dejas escapar el aire y te hundes un tanto. Luego te lo comes de nuevo, te llenas de olor índigo y vuelves a emerger como balsa, el pecho, que se calienta con el sol (el sol.... el que pensamos que se había marchado para siempre pero que te aporréa, tocata y fuga, sobre la piel erizada).
Y entonces llega ella con la cola de pescado azul (con omega 3) y acerca su aliento a tu oreja llena de Windows XP y te llama por tu nombre, el de verdad, el que sólo ella sabe, y te giras para amarrarte a la curva de su cadera escamada en plata, a su pelo de hilos de brea, a sus brazos blancos, fríos, eternos y te hundes en el instante en que queda flotando la espuma que fuiste, arriba, separando el cielo del mar, la vida de la muerte, el bien del mal. Como si todo fuese posible. Como si nada tuviera remedio. Sólo burbujas.
Comentarios
Decía Einstein que lo mejor llega por medio de la fantasía y la esperanza, no tanto por la capacidad de absorber. Si lo decía el genio...
Los cantos de sirena, despiertan levedades , y las convierten en posibilidades, y más si se come bien, omega3 y arroz integral, es una buena combinación.
Tengo una imagen hecha donde hablo de lo que fuimos y seremos, serendipiaaasss, que no plagio, pitia :)))
El final, muy bueno, voy a pensarlo un rato.
¡Un besico!
Sueño sirenas todo el rato...
Más lista que un conejo, juajajajaja!!!
¡Y ese cuadro de Klimt!
Tu texto - tu delicioso texto- me ha hecho acordarme de esa historia.