Pregunta y respuesta. Pregunta y respuesta.
¿A quién le pregunta el Oráculo?.Y sobretodo. ¿Cómo hacerlo cuando sin poder evitarlo se conoce la respuesta?.
Aunque sin duda hay maldiciones mucho más malditas: la que te mantiene girando a velocidad constante sin posibilidad de frenar.
Supe que llamarías a la puerta una vez más y lo supe desde el mismo instante en que empezaste a pensar como hacerlo.
Supe que tendría que dañarte incluso antes de que alzaras la mirada.
El conocimiento no lo hizo más fácil. Resultó áspero igualmente.
Ahora has marchado a tu oscura madriguera, esa en la que tejes tus desatinos auspiciado por los efluvios de las hierbas en exceso aromáticas. Se que aun te sangra el morro y que mientras supure la herida no volverás a acercarte al Templo de la Pitia, pero que las cicatrices te vuelven tonto y que volverás a llamar, y yo volveré a herirte, así hasta que las heridas sean tan profundas que ya no puedas levantarte.
Olvida la posibilidad de recuperar los ofrendas al Oráculo.
Sencillamente has de aprender a vivir sin los tesoros que pusiste a mis pies, pues una vez recogidos me pertenecen y jamás volverás a ser su dueño.
Fuíste del todo imprudente al dejar entre las frutas y los animales desangrados, ese pedazo de carne que aun latía. No devuelvo corderos. No devuelvo corazones.
No es justo. Nadie dijo que fuese una cuestión de justicia. También el Oráculo ha perdido prendas por el camino. Todos tenemos nuestro puñal en el costado.
Y ahora descansa porque lo que se acerca es tormenta.
Comentarios
Sí. Estoy de acuerdo, lo hacemos, hasta que un día decidimos romper del todo el hilo, y eso, sí que es difícil, asomarse a lo desconocido de estar "sin" y empezar a mirar si hay nuevas ramas que motiven ganas de agarrarse.
¿Habrá quién nunca busque sujetarse a alguna?
Eso sí que es ser valiente.
¡Besos!
Este Oráculo ya no se hace responsable de tanta insensatez.
Tendré que seguir golpeándole a pesar de que con cada vez me vuelvo menos humana.
Lo dicho: una maldición.