Para convertir plomo en oro, se necesita:
- Una promesa de amor sincero hecha por casualidad.
- Superpoderes informáticos.
- Encontrar la dirección adecuada y plasmarla en formato microfilm de metraje contra el Doctor No.
- Usar la zurda para quitarle responsabilidad a la diestra.
- Fastidiarle la siesta a un inocente.
- Desviarse una calle antes de la adecuada para despistar (las farolas tienen ojos).
- Un guía tatuado.
- Un 8 escondido.
- Café con puntos.
- El paso de las majorettes un domingo de primavera.
- Un bebé que sonríe como sólo los bebés sonríen.
- Crónicas hospitalarias.
- Untar las prisas con azúcar refinada.
- El tiempo que llega a tiempo de ponerlo todo en su sitio.
- Una coleta verde y la otra azul.
- Besos de mariposa.
- Pasta con tomate.
- Un beso pegajoso.
Removido, no mezclado.
Servir templado.
Comentarios
Es el oro que se guarda en el cofre del tesoro que son los amigos.
El oro de compartir las risas, los llantos, y otros asuntos cotidianos. Esos a los que no se les da importancia, que no salen en las noticias, pero que sin ellos nuestras vidas estarían vacías, tristes y huecas.
Un oro que hay que regar, como si fuese una planta de las más delicadas.
Un oro efímero, que tiene tendencia a volver a convertirse en plomo si no se aplica la receta una y otra vez, día tras día, año tras año.
Un oro que crea adicción, y cuya privación produce síndrome de abstinencia.
¡¡¡Tengo mono!!!!
Saludos y un abrazo.
Besos de Naty