
Me han amputado un cacho de vida y hoy voy a que me lo vuelvan a implantar. Apenas puedo ya respirar y el segundero del reloj anda atontolinado, que le tengo que dar un toque de allá para cuando para que espabile y que no se olvide que su sentido no es otro que de caminar impasible hacia delante.
A las 3 me pienso atildar, con el corazón en víspera de domingo. A las 5 la cogeré en mis brazos y la apretaré tan fuerte como delicado un suspiro. Entonces ella me dirá: "Ay mamá, suelta, que me espachurras" y entonces la comeré a besos.
Me enseñará al cangrejo campeón y su hábil estrategia de cogerlo con las pinzas de la barbacoa.
"¡Esta niña lo que necesita es pasar mas penurias, que la tienes entre algodones!"
... Claaaaaro... (pensaré)...cuadrada te daba yo a ti la ostia.
Pero mi educación académica y la otra me obligarán a sonreir como leve forma de disentir.
Porque su ausencia sólo me enriquece en la certeza de que sin ella nada huele, sabe o se siente como debe oler, saber o sentirse.
Y es que nunca hasta ella había amado desinteresadamente... a pesar de haberlo creído.
Comentarios
P.D: La hostia debería se tanto cuadrada como enorme.
Vale, vale, no hay que incitar, ni ser violentos. Con la imaginación, se puede ¿verdad?
La imaginamos, pues.
¡Preciosa entrada, y genial remate!
Me alegro por ti, y me alegra saber que se puede querer de esa manera. Algún día seré madre, digo yo.
Un beso a la nena y otro para ti.