
La decepción no es una probabilidad, sino una certeza. Todos nos decepcionamos, y las personas a las que amamos son expertos en la materia al igual que nosotros lo somos en arte de decepcionarles a ellos. Dicen los viejos que con 15 el amor es amor y que en los 30 es apaño. Me niego a reconocerlo pero, ¿y si tienen razón?. Mira que ellos están legitimados por los trienios arrastrados mientras este Oráculo sólo cuenta con un año de vida.
Lo malo no es decepcionarse, pues como ya he dicho es un hecho seguro; lo chungo es perder la capacidad de volver a recuperar la fe que nos mantiene en la inocencia de que alguien habrá que no lo haga (decepcionarnos).
También es jodido saber que eres una decepción para alguien que apostó toda su fortuna a tu número perdedor. No te sientes mejor por tantas veces que se lo hayas advertido, porque al final te sientes vacío como un pozo seco. Aunque mejor sentir el corazón estrujado, casi asfixiado, que no sentir absolutamente nada. ¿No?
Tenemos días malditos. Días llenos de silencio o peor, abarrotados de conversaciones de ascensor con personajes itinerantes suplentes de banquillos de la segunda regional de las almas olvidadas. Esos que a la postre nos terminan rellenando las horas de serrín absurdo mientras se nos enfría la vida.
En los días malditos, estos de los que hoy es un ejemplo de manual, pierdes más que ganas, ululas más que te desplazas, malsueñas en general como si todo lo que te rodeara fuese una banda sonora muda.
Y entonces algo te moja la cara y miras al cielo que está raso. Joder, sino es lluvia son lágrimas. Puta tristeza traidora que te da una colleja sin avisar la muy zorra. Como la Srta. Alicia que llegaba por el pasillo y te pillaba pintando un corazón de lápiz en el pupitre y te hacía borrarlo ante la burla de toda la clase. Mal rayo la parta a la perra deshilachada de pelos malteñidos y mal trasquilados. Si no te enamoras con diez años, es que eres un mierda.
Vaya dilema me late: A ver que bicho sacrifico para leerle las entrañas. No se si valdrá una gamba, que es lo que más a mano tengo. Por si acaso lo voy a intentar, aunque de antemano se que me voy a decir: INSERT COIN.
Comentarios
Prefiero no obstante, ser decepcionada a decepcionar... y nunca he perdido la inocencia de seguir queriendo apostar por personas, eso nunca, y sé que la decepción vendrá de nuevo, pero cada vez menos, porque cada día espero menos del otro y me exijo menos también a la hora de darme.
Creo que me he liado un pelín... bueno que más da. Conclusión, la decepción se produce cuando previamente se ha confiado, proyectado, idealizado... y demás etcéteras.
Mira, hoy no sé explicarme, mañana veré si me aclaro. ¡Besote!
Espero que la gamba no gritara demasiado, que tu día maldito haya pasado y que no gastes demasiadas monedas...
Saludos veraniegos.
que envidiar a la tal Marquesa, más hubiese querido ella
que parecerse a vos,
sirena del Manzanares.
La decepción se palpa en el aire desde siempre. Familiares, amigos, compañeros... todos acaban decepcionando, pero aún así siempre esperas a que ése alguien no vuelva a fallarte o que aparezca alguna persona en la vida que rompa esa fea rutina.
A mí me han decepcionado las personas a las que más he querido en la vida, a algunas les di otra oportunidad y volvieron a fallarme, y otras de momento cumplen la promesa. Pero el miedo siempre está ahí, ese miedo de que llegue el momento en que esa persona anteponga otras prioridades a ti y te falle. O incluso peor, ser tú la causa de decepción, ya no para el resto, sino para ti misma. Ese es el peor de los casos, sentirte una decepción.
En lo que a mí respecta, querida Oráculo, tú no eres motivo sino de fortuna para este mundo en el que la mediocridad se nos pega como el sudor del verano, haciéndonos incapaces de respirar aire puro. Eres todo un tesoro. Así que deja que las lágrimas sigan su curso, sin que hayan sucedido en balde, y sigue caminando. Pues a fin de cuentas la vida es eso, andar, tropezarte, caer, y volver a levantarte para seguir caminando, aunque al final vayamos llenos de cicatrices y magulladuras.
Seamos fuertes. Un beso.
Entre tintes y tijeretas
Me parto de la risa, y al Zachary este lo he tenido que buscar en internet porque ni pajolera idea tenía. Resulta que es el malo malísimo de Heroes. Bueeno, habré de reconocerle un encanto innegable: el suyo propio con esos ojos tan profundos, y el halo que le confiere su personaje de malo en la serie (que nos gusta una malo, por dios...).
Yo es que soy mas de lo terrenal, lo alcanzable... el mensajero de MRW, el de la gasolinera, el que se siente delante en el autobús... pero acepto tu ofrenda gustosa y te doy la bienvenida a este mi humilde templo.