En otro orden de cosas siempre nos quedará el pelo erizado al mirar los tesoros ciertamente importantes.
Los corazones hambrientos de los nuestros y los vívidos recuerdos de un acorde imaginario una tarde de verano cualquiera. No cualquiera no. Aquella tarde de verano que no volverá aunque nos queda su esencia de preludio de otras que habrán de venir.
En otro orden de cosas nos queda la vacuna contra los dolores de mampostería que como gárgolas de parque de atracciones nos observan desde su falsedad de copia barata.
En otro orden de cosas me aferro al olor del tartán y al verde aguijonazo de la alfombra que lo rodea. A los pasos que son tambores y los latidos que son camino que me contempla.
En otro orden de cosas me quedo con las ciruelas y los flequillos que enmarcan miradas de yerbabuena.
En otro orden las manos de uñas mordidas y las faldas de princesas. Los años bien envejecidos y los senderos rojos de las rañas de mi tierra.
También me agarro al sistema binario, a las palabras pensadas en voz alta y a los pájaros que sobrevuelan los yermos páramos de la desvergüenza.
Menos mal que tengo anclas para que no me arrastren las corrientes negras de las negras sirenas.
PD. A la confiscadora de parabienes que lo hace por el mero hecho de reirse onomatopéyicamente, decirle desde el vasto rasgo de mi sonrisa mas franca, que para la próxima vez que le visite el Sr. Pérez, tenga a bien pedirle la capacidad de razonar que el parabien sea anhelado por alguien, pues si no, nadie habrá de molestarse en buscarlo.
Los corazones hambrientos de los nuestros y los vívidos recuerdos de un acorde imaginario una tarde de verano cualquiera. No cualquiera no. Aquella tarde de verano que no volverá aunque nos queda su esencia de preludio de otras que habrán de venir.
En otro orden de cosas nos queda la vacuna contra los dolores de mampostería que como gárgolas de parque de atracciones nos observan desde su falsedad de copia barata.
En otro orden de cosas me aferro al olor del tartán y al verde aguijonazo de la alfombra que lo rodea. A los pasos que son tambores y los latidos que son camino que me contempla.
En otro orden de cosas me quedo con las ciruelas y los flequillos que enmarcan miradas de yerbabuena.
En otro orden las manos de uñas mordidas y las faldas de princesas. Los años bien envejecidos y los senderos rojos de las rañas de mi tierra.
También me agarro al sistema binario, a las palabras pensadas en voz alta y a los pájaros que sobrevuelan los yermos páramos de la desvergüenza.
Menos mal que tengo anclas para que no me arrastren las corrientes negras de las negras sirenas.
PD. A la confiscadora de parabienes que lo hace por el mero hecho de reirse onomatopéyicamente, decirle desde el vasto rasgo de mi sonrisa mas franca, que para la próxima vez que le visite el Sr. Pérez, tenga a bien pedirle la capacidad de razonar que el parabien sea anhelado por alguien, pues si no, nadie habrá de molestarse en buscarlo.
Comentarios
Un besito.
Puedes contar con que el sistema binario siempre intenterá amontonar ceros y unos en los que se enganche tu ancla para que no te pierdas.