El doliente placer del stiletto es tu mirada no encontrada a pesar del totémico esfuerzo de ser buscada.
- ¿Puedes con esos zapatos?.
- Claro - contesto - son domesticables y flexibles porque son de piel de marido.
- Que chula te pones.
- Si fuera pose tendría remedio.
- Políticamente incorrecto - me acusas con tu dedo largo y estrábico.
- Hasta el imponderable estoy yo de la dictadura ésta de lo que se puedo o o decir por políticas declaradas correctas por caras sin rostro que ni me auspician ni me regresan.
Y me marcho y te quedas mirando mi camino en la acera tachonada de errores ajenos. El sonido de las cerdas de frío acero rasca la superficie esmerilada del otoño. Este otoño. Otoño sin hojas muertas ni brujas verdes que sobrevuelan las altas nubes al amparo del tan traído y llevado estramonio. La pólvora hemos inventado. La fórmula de la Coca-Cola a subasta en ebay.
Y las correas de las camisas de loca que embotan las nubes se desgajan desmigando el agua contra mi pecho, tu cara, mi espalda y el frío aun no llegado de esta estación que avanza.
Comentarios
Me conformo con que no mute la piel de mi amante.
Oh, oráculo, te he añorado en esta desastrosa estación augusta.
Las dictaduras continuarán, aunque las cambien de cara y de nombre.
El otoño llegará... im-pepin@-ble.
Y habrá que estrenar zapatos para no mojarse lo deditos en los charcos.
¡A amaestrarlos toca!
[Predicciones que se cumplirán solo con permiso del Oráculo]