Me brota a raudales del pecho.
Me nace resquebrajando las fronteras de lo divino y lo humano.
Me demuda el sentido común y el resto de los otros mas comunes, sentidos, se entiende.
Fuego a bote pronto.
Una turbulencia de magma que asciende de la tierra y me devora mientras se me cuela por la planta de los pies, prendiendo mis venas y subiendo en una bocanada de vida.
Vida que me obliga a bajar la mirada que se ha convertido en una esclava de otra mucho mas alta, mas poderosa y mas pura.
Un instante.
Una gota.
Cae y se desparrama por la sedienta superficie de los yermos páramos que me sostienen. Y de ella un venero que emana rubor y sal me riza la palma de la mano que se queda blanca de tanto apretar la cuerda de la que cuelgo y que me salva del sinsentido.
Un segundo me basta para perder la batalla que jamás tuve posibilidad de ganar.
Esnifo la venda negra que delata mi rendición.
Acaricio el pelaje de la bestia que domino y me venera sabiendo que la correa es suya y que, aunque estrangula su cuello, soy yo la que me degüello y que su presencia es mi analgesia.
PD. Ánimo yen, tu puedes.
Me nace resquebrajando las fronteras de lo divino y lo humano.
Me demuda el sentido común y el resto de los otros mas comunes, sentidos, se entiende.
Fuego a bote pronto.
Una turbulencia de magma que asciende de la tierra y me devora mientras se me cuela por la planta de los pies, prendiendo mis venas y subiendo en una bocanada de vida.
Vida que me obliga a bajar la mirada que se ha convertido en una esclava de otra mucho mas alta, mas poderosa y mas pura.
Un instante.
Una gota.
Cae y se desparrama por la sedienta superficie de los yermos páramos que me sostienen. Y de ella un venero que emana rubor y sal me riza la palma de la mano que se queda blanca de tanto apretar la cuerda de la que cuelgo y que me salva del sinsentido.
Un segundo me basta para perder la batalla que jamás tuve posibilidad de ganar.
Esnifo la venda negra que delata mi rendición.
Acaricio el pelaje de la bestia que domino y me venera sabiendo que la correa es suya y que, aunque estrangula su cuello, soy yo la que me degüello y que su presencia es mi analgesia.
PD. Ánimo yen, tu puedes.
Comentarios
Ánimo a todos/as los subyugados/as.
Genial como siempre, Oráculo.
Un beso.
Saludos y un abrazo.