Ir al contenido principal

PLAGIAR OBSESIONES




Me he encontrado de todo y aun así me sigue sorprendiendo lo que me cae a los pies cada día y lo miro como si cada vez fuera la primera.

Lo último: el plagiador de obsesiones.

Los hay que ante la falta de rarezas propias o por la inseguridad de sentir que las suyas no son lo suficientemente vistosas como para enseñar a las amistades, deciden copiar las de los demás, aunque sean vergonzantes para sus dueños o incluso estúpidas desde cualquier punto de vista.

Además del absurdo "per se"el problema de adoptar es una obsesión es que, como la ropa, nos puede venir holgada o chica, o puede que el color no combine con nuestro pelo o nos . En ocasiones podemos incluso estirarla hasta el esperpento  hasta dejarla tan desvirtuada que ni el mismo dueño pueda reconocerla.

Las obsesiones tienes profundas causas que se enraizan con deleite en los mas profundo de la naturaleza humana. Las plagiadas, aunque de buena factura inicial, son como de Hiper-Asia y se despeluchan con facilidad. La falta de raiz las hace secarse pronto y con la misma celeridad pierden las hojas.

Consejo de Pitia: confómese usted con sus propias obsesiones, que mi deseo de que no plagie las mías no nace del egoismo ni del miedo a dejar de ser su legítima dueña. Es más una cuestión de vergüenza ajena de la Pitia y siento decirle que las mías, a usted, le vienen grandes.

Comentarios

Darío ha dicho que…
Quién puede plagiar una obsesión sino como una mera pose?
Haberlos hailos, como las meigas!
Anónimo ha dicho que…
Los hay que se tienen fobia a si mismos e intenta desesperadamente ser los otros que son curiosamente a quien odian.
Aunque odiar es malo porque desgasta.
llamameloca ha dicho que…
En este mundo, donde todo se fabrica en serie, donde todo se copia, la originalidad ha perdido valor, y nuestros objetivos se centran en que nuestro plagio sea más famoso que su precursor.

Para muestra un botón... Yo he plagiado tu blog, pero te puedo asegurar que es por admiración, no por inseguridad... ¿o sí?

Entradas populares de este blog

1.ARRANCAR LAS MALAS HIERBAS

EFICACIA LA DE ATILA Y SU CABALGADURA: Me río yo de la depilación láser al lado de lo que el chorvo hacía con la hierba. Si me descuido mi cajón de las cosas para no olvidar se convierte en campo de malas hierbas de lo abandonado que lo tengo. He cogido la podadora y Atila me echará una mano. La felicidad me entontece y me embauca. Me deja el dobladillo de la alarma en opción de bajo consumo y vienen los pérfidos y me roban la merienda de pan y chocolate. Al próximo que se acerque le tendré que moler los huesos con mis afilados colmillos de peligro incipiente, que bien es sabido que si en ocasiones no vale con ser un buen consejo no es descartable ser una terrible amenaza. La culpa la tiene Vikie el Vikingo y los volantes de los vestidos de gitana, Punset, las bicicletas que te muerden cuando te paras y los ojos de los gatos que miran mas allá de los geranios negros de madrugada. La culpa, la culpa, siempre la culpa, como si buscar al culpable fuese antes que darle solución al caos

MARCAR TERRITORIO

Animalitos territoriales. Lamiéndose la pata en lo alto de la empalizada mientras otean su reino ante la incertidumbre de cuanto durará la calma antes de que, de nuevo, un nuevo bichito entre a hurtadillas y pretenda alzar la meada contra un tronco recóndito, inundando de su esencia todo el rincón, con el viento como cómplice hasta que las uñas, en todo lo alto, devuelva el honor al defenestrado... o no...

LEYENDO OLORES

Huelo cartas, sobre, formularios, fotocopias… Acerco mi nariz a ellas y les encuentro la huella del que la completó para mí. Las hay que huelen a tristeza. Es un olor apenas formulado, suele tener un tacto frío. Los documentos que huelen a prisa suelen estar doblados y la tinta de la impresora de chorro aun está fresca. Luego están los que huelen a casa, a cebolletas por haber compartido la bolsa de la compra, a salsa de soja, a especias los de aquellos que están aquí pero son de allí. Los hay que huelen a calor humilde, a fogón antiguo, documentos ahumados como aquellos que los traen con sus ropas gordas, invernales , y las manos ásperas de trabajar mucho muchísimo. Hay papeles que huelen a perfume empalagosos, dulzones. También hay h ojas que huelen a colegio, a sacapuntas , a goma de borrar, a bolis de colores. Los hay mejor o peor vestidos. Envueltos en fundas de plástico , en sobres demasiado pequeños o demasiado grandes, en carpetitas de publicidad, en carpetas de gomas f