Ir al contenido principal

INTERESANTE

Narávez, en su lecho de muerte junto a su confesor.
- General, debe usted perdonar a sus enemigos.
- No puedo - contestó Narváez.
- Pero, General , si no perdona usted a sus enemigos irá al infierno, no hay tiempo, está usted muriéndose.
- Le digo que no puedo, les maté a todos.

La anécdota no es real, o al menos así lo manifestó quien la contó, pero por ello no deja de invitar a la reflexión.

Comentarios

Srta. Nostalgia ha dicho que…
Te sigo leyendo, aunque los infernales exámenes de medicina no me dejen tiempo para mucho más.
Ira. ha dicho que…
En el infierno, en esta época del año, se tiene que estar muy bien.
enne ha dicho que…
quizás les mate después de muerto.
Lady Pirata ha dicho que…
¡Ea!
Ahora que lo leo, no sé si es mejor dejar a alguno con vida, para poder redimirse o ya puestos en caso de que no los haya ¿no hay infierno?

Lo mejor es no tener enemigos, es como lo de amigos, mejor tener muchos conocidos, a tener amigos que se cuentan con la palma de la mano, tremendo rollo.
No sé explicarme mejor, pero si, da para reflexionar un rato.

:)

¡Muá VivoconHades!

Entradas populares de este blog

LEYENDO OLORES

Huelo cartas, sobre, formularios, fotocopias… Acerco mi nariz a ellas y les encuentro la huella del que la completó para mí. Las hay que huelen a tristeza. Es un olor apenas formulado, suele tener un tacto frío. Los documentos que huelen a prisa suelen estar doblados y la tinta de la impresora de chorro aun está fresca. Luego están los que huelen a casa, a cebolletas por haber compartido la bolsa de la compra, a salsa de soja, a especias los de aquellos que están aquí pero son de allí. Los hay que huelen a calor humilde, a fogón antiguo, documentos ahumados como aquellos que los traen con sus ropas gordas, invernales , y las manos ásperas de trabajar mucho muchísimo. Hay papeles que huelen a perfume empalagosos, dulzones. También hay h ojas que huelen a colegio, a sacapuntas , a goma de borrar, a bolis de colores. Los hay mejor o peor vestidos. Envueltos en fundas de plástico , en sobres demasiado pequeños o demasiado grandes, en carpetitas de publicidad, en carpetas de gomas f...

AL MENOS UN CORAZÓN

Tengo un vestido verde robado. Sirve para disfrazarse o mimetizarse con el entorno. Me lo puse y salí a la calle sin verme. No me gustan los espejos porque se quien duerme en ellos. - El pelo recogido te hace más interesante. - Cierto. Suelto simplemente me hace. No pude evitar echar un vistazo rápido a mi reflejo en los escaparates. Lo hice agazapada en la espesura para no invitar al que duerme en todos los reflejos a que entraba en mi. Olía a nuevo (es un olor de color plata que a veces en lugar de oler tintinea). - Es muy verde - dijo A. - Es igual que otro que ya te vi- dijo B. - Algo corto- dijo C. - ¿ Y qué esperais?- contesté yo - es un disfraz. La pequeña ciruela verde me dejó su broche. Era de plástico rojo con el fondo escocés y forma de corazón. Lo coloqué por azar en mi pecho, hacia la izquierda. - Bonito vestido -dijo D - ¡Lleva un corazón!. Asentí. - Que bien - prosiguió -Así al menos tendrás uno. Vaya con la máscara. Tanto tiempo la llevé que se ha incorporado a mi. Sonr...

MUERTE SÚBITA POR BELLEZA SIN CORTAR

El síndrome de Stendhal es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística. Tiene esta denominación por el famoso autor francés del siglo XIX, Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita en 1817 a la Basílica de la Cruz en Florencia, y que publicó en su libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio: "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme" Hoy es cada mañana. Nazco con los ojos aun pegados por la resina que fluye de los sueños y la miro sin parpadear. Mi corazón peta de felicidad, bota y rebota en mi pecho cansado. Hoy tenía el flequillo trasquilado y...