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DEJA DE FROTAR, IMBÉCIL



Y la tormeta llegó vestida de novia anegando en llanto a los que merecían su desprecio.


- No insultes - me dice Arancha.

- No puedo evitarlo, sin insulto no es tan eficaz.


No sé como decirte a ti, que nunca leerás mi palabras, que no sirve de nada que te escondas en las sombras de los bailarines en puntas. No sé como hacerte entender que tienes la cadencia absurda de lo mil veces plagiado.

No se si soy yo, si debo a pesar de quererlo con fuerza, la que amparada por lo efluvios de la cueva del Oráculo se atreva a aventurar que yerras porque hasta para ser malvado es necesario una pizca de la esencia que jamás encontraste y que en tu desgracia auguraré jamás te será mostrada.


Te veo afanada sobre la pieza. El sudor encauzado en las arrugas de tu rosto preocupado, ajado te delata. Llevas horas con el trapo intentado sacarle brillo a ese objeto que llamas alma.

El Oráculo hablará hoy para ti:


DEJA DE FROTAR IMBÉCIL: ES TERCIOPELO.

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