Coleccionistas de instantes. Ese y no otros menesteres son a los que debemos dedicar nuestra existencia. Este fue en "La Caleta" (Sin Bond, James Bond). Quedaban 32 minutos para la ocultación del sol y la preocupación era si la humedad de la playa se cargaría el esparto de mis sandalias. El paisano de tierras bárbaras a mi lado, cómplice de la escena que yo iba a inmortalizar. La cámara cargada de buenas intenciones otorga el protagonismo a la extraña pareja. Casi dos metros de él versus el metro apenas rebasado de ella. Un beso en los lábios. El casi de rodillas y ella de puntillas. Yo disparo y le descubro la envidia, quiero creer que sana, aunque de cierto creo que nunca la hubo tal (sana), al paisano que empieza a sospechar que nunca se verá en la misma.
Sorprendidos por el beso ambos me miran y ella se carcajea enseñando los dientes de ratón y yo, henchiza de todo lo bueno que puede darme la vida comento:
- ¿Viste alguna vez, querido J, un amor más grande, puro y sincero?.
- Ciertamente nunca - musitó el paisano.
Y entonces le busqué signatura, al recuerdo, y lo atesoré con mimo entre los mas preciados que guardo en el segundo cajón de mi existencia.
El Oráculo os conmina a hacer lo mismo, en bucle, hasta el fin de los días que sin duda serán.
Comentarios