Eva no sabía como decirme, pero llevaba yo varios días que le barruntaba la desazón. Me miraba y me decía.. "¿qué te iba a decir yo?" y yo me daba la vuelta en la silla hasta enfrentarla con un "tú dirás..", pero no me decía nada.
Hoy la conversación ha empezado como siempre: que qué tal el finde, que si aquí que si allá. No sé, un poco de todo pero nada de mucho y hemos caído en el tema del mal ambiente que hay en el otro centro, el antiguo, donde trabaja el grupo mayoritario del equipo. Que si menos luz, que si todo el día a la gresca, que por qué esa grima y esa inquina que todas parecen brindarse como la única forma de relación posible. Y un silencio incómodo se queda flotando entre nosotras hasta que muy bajito me comenta:
- Y ruidos... por la tarde, cuando me quedo sola a eso de las seis, pues que escucho ruidos raros en el despacho del Presidente.
Y yo sonrío porque de nuevo saltó la liebre.
- No, no es en el despacho del Presidente.
-¿Cómo?.
- Los ruidos - le explico - que no son en el despacho del presidente, sino en el archivo, el del ventanuco que da arco de la calle mayor.
- ¿Cómo dices?- pregunta ella sin comprender.
- Que si, que los muertos, los de la dictadura, los que cayeron en el calabozo en el que terminaron de ajusta cuentas los que no tuvieron bastante con la guerra, pues esos están todos ahí.
Eva no da crédito.
- Estás de coña.
- No, yo no. Además, eres tu la que escuchas ruidos.
- Ya, pero yo me refiero a ratas.
- ¿Has visto cosas mordidas por ahí?.
- No.
- Pero has escuchado ruidos.
- Si.
- Pues verás cuando llegue el invierno y la noche llegue antes. Es como si madrugaran.
- ¡No jodas!.
Sonrío.
- No, ni yo ni ellos. Sólo están ahí los pobres esperando que les dejen en paz, y nosotras venga fotocopia, venga expediente. Así no hay quien descanse en paz.
Eva me mira con los ojos como platos.
- Broméas.
Silencio y sonrío.
- Pues claro... son ratas.
- Lo sabía, ¡ que asco !.
Mejor asco que miedo, ¿no?.
Hoy la conversación ha empezado como siempre: que qué tal el finde, que si aquí que si allá. No sé, un poco de todo pero nada de mucho y hemos caído en el tema del mal ambiente que hay en el otro centro, el antiguo, donde trabaja el grupo mayoritario del equipo. Que si menos luz, que si todo el día a la gresca, que por qué esa grima y esa inquina que todas parecen brindarse como la única forma de relación posible. Y un silencio incómodo se queda flotando entre nosotras hasta que muy bajito me comenta:
- Y ruidos... por la tarde, cuando me quedo sola a eso de las seis, pues que escucho ruidos raros en el despacho del Presidente.
Y yo sonrío porque de nuevo saltó la liebre.
- No, no es en el despacho del Presidente.
-¿Cómo?.
- Los ruidos - le explico - que no son en el despacho del presidente, sino en el archivo, el del ventanuco que da arco de la calle mayor.
- ¿Cómo dices?- pregunta ella sin comprender.
- Que si, que los muertos, los de la dictadura, los que cayeron en el calabozo en el que terminaron de ajusta cuentas los que no tuvieron bastante con la guerra, pues esos están todos ahí.
Eva no da crédito.
- Estás de coña.
- No, yo no. Además, eres tu la que escuchas ruidos.
- Ya, pero yo me refiero a ratas.
- ¿Has visto cosas mordidas por ahí?.
- No.
- Pero has escuchado ruidos.
- Si.
- Pues verás cuando llegue el invierno y la noche llegue antes. Es como si madrugaran.
- ¡No jodas!.
Sonrío.
- No, ni yo ni ellos. Sólo están ahí los pobres esperando que les dejen en paz, y nosotras venga fotocopia, venga expediente. Así no hay quien descanse en paz.
Eva me mira con los ojos como platos.
- Broméas.
Silencio y sonrío.
- Pues claro... son ratas.
- Lo sabía, ¡ que asco !.
Mejor asco que miedo, ¿no?.
Comentarios
Te escribo para corregirte tus palabras ya que los ruidos, según Eva, no son por la tarde sino por la mañana así que eso mosquea más ya que por la mañana están nerviosas y luego por la tarde se tranquilizan esperando que vuelva la noche para salir de nuevo...
La verdad que el archivo da un poco de miedo...un sitio con tantas palabras, recuerdos y explicaciones sobre personas...
Yo propongo que para el día de Halloween, ya que queda poco, nos reunamos por la noche todas en la manco y nos quedemos toda la noche despiertas contando historias de miedo y con una hoguera con esponjas. No creo que haya un mejor sitio para pasar esa noche.
Eso sí espero nunca cruzarme cuando vaya a por un expediente con una de ellas...
Un beso muy grande de pajarito